El proceso… un viaje, un camino.

“El lunes empiezo” es la frase que uno suele escuchar de alguien que sabe que debería llevar una dieta balanceada pero no quiere perderse ese instante de placer de llevarse ese bocado que le resulta tentador a la boca. Y como dice Facundo Manes, esta expresión que tiene cierto tono pasajero, habla de una posición vital del sujeto, esta tendencia del paciente obeso a privilegiar la satisfacción inmediata que “lo encandila” y lo deja “miope” en relación al futuro,  y no puede evaluar las consecuencias a largo plazo.

Esto mismo es lo que una vez que el paciente comienza este proceso, al principio lo deja muy pendiente del número de la balanza. Y ahí, temerosos… se suben a la balanza, como si fuera ese el momento de un veredicto final, como suplicando que la balanza les devuelva algo acorde al enorme esfuerzo que vienen haciendo. Y si ese resultado no es el esperado por el paciente, en ocasiones la miopía vuelve a jugarle una mala pasada ya que el paciente queda tan pendiente de ese número que no puede ver más allá, tendiendo a darse por vencido rápidamente casi antes de pelearla, porque si no baja de peso, se siente “el peor”.

Lo cierto es que es muy frecuente observar esta distorsión que hace que el paciente se mueva en este blanco/negro, con un tipo de pensamiento polarizado entre dos términos contrarios sin poder acceder a puntos intermedios y más reales.

Y tal vez, es por esto, en que se hace una y mil veces tanto hincapié en la importancia de visualizar el proceso más allá de los resultados. Comprender esto, implica por un lado, tener la conducta que se espera del plan en cuanto alimentación, agua y ejercicio se refiere, perseverar y aprender a postergar la gratificación inmediata y esto último, también implica saber que puede suceder que en alguna oportunidad la aguja de balanza no haya hecho justicia conforme al desempeño, pero esto no lo convierte en “el peor”, sino que debe aprender a mirarse de una forma más realista.

Cuando pienso en este proceso al que nos referimos, pienso en un viaje. Un viaje, un camino compartido y a la misma vez personal lo que tiene que ver con la singularidad de cada uno. Un viaje… una aventura que puede implicar una oportunidad, desafío, crecimiento, búsquedas y hallazgos, descubrimiento, aprendizaje y autoconocimiento. Un camino del que hay que tratar de “hacerse amigo”, porque va más allá de perder aquellos kilos por los que se consulta, un camino donde cada uno irá dotando de significados a la experiencia y se irá preparando para el encuentro con aquella imagen, esa identidad que parece nueva, pero no es tan desconocida… es la identidad propia y más autentica de uno mismo, que alguna vez por diversos factores y vicisitudes de la vida quedó guardada y escondida detrás de ese sobrepeso.

Bienvenidos a este camino!

Lic. Psic. Nikol Grimberg.